viernes, 17 de junio de 2011


Pasaste de decir,
que sin mí no podías vivir,
a dejarme y decir,
que tu vida querías rehacer.

Y me aconsejaste que yo la mía rehiciera,
palabras que arañaron mi corazón, cual fiera.

Tú me amabas, o eso decías.
Pero un segundo más tarde,
hasta parecía que me aborrecías.

Sin ti ya no puedo sonreír,
sin ti ya no quiero vivir.

Fuiste como una gota de hielo,
que cayó en agua hirviendo.
poco a poco te derretías,
e ibas desapareciendo.

Tu luna de perlas blancas,
me hacía sentir bien.
Tus hojas secas de otoño,
aunque eran dos, parecían cien.

Tu bastón de la felicidad,
nunca llegó a rozarme.
y sin más, mi corazón, tú decidiste arrancarme.

Dijiste que querías,
por la playa pasear,
sentarte a mi lado,
y perderte en mi mirar.

Nada de eso sucedió,
nada sucederá,
aunque la esperanza en mi corazón,
siempre permanecerá.

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